
El tomate es, como ya he dicho en otros cnidarios (pincha aquí), una medusa pegada a un sustrato por la umbela. El de hoy, además de por su vistoso color, destaca por ser uno de los pocos que pueden aguantar un poco de sequía, recogiendo sus tentáculos cuando baja el nivel del mar durante la bajamar y quedándose, pues, al aire. Si os fijáis, a la derecha, se ve una ola rompiendo, prueba de que estamos muy cerca de la superficie.
Por eso abunda en un sitio donde no tiene competencia: la zona intermareal en la que no todo el mundo puede sobrevivir. En la foto se ve solitaria, apenas unas alguillas. Obsérvalo en el próximo acantilado cuando te acerques a Calahonda, Cabo Sacratif, Peñón de Salobreña...
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